UAP Noticias entrevistó al pastor Dimare, quien se integró al personal de la Universidad Adventista del Plata (UAP), en febrero del presente año, como Coordinador del área de Capellanía.
Ante su arribo al campus de la Universidad, el nuevo líder conversó sobre su experiencia en el servicio a Dios y su sentir de gratitud al volver a su alma mater.
Pregunta: ¿Quién es Mariano Dimare?
Respuesta: Me defino como un hijo de esta casa, un padre que disfruta de la familia: me encanta vivir experiencias con mi esposa e hijos. Y disfruto lo que hago, servir, ayudar y trabajar con los jóvenes.
P.: ¿Cómo surgió la idea de ser pastor?
R.: Fue a partir de una sucesión de pérdidas en mi familia, en una etapa crítica. En mi adolescencia perdí a los tres seres queridos más cercanos: mis abuelos, con los cuales me crie, y mi mamá; mi padre estuvo ausente desde que yo tenía un año; así que, fue un momento difícil. No obstante, fue en ese momento que llegó alguien a mi casa ofreciendo estudios bíblicos… Honestamente no tenía interés, pero mi hermana, siempre predispuesta a lo espiritual me dijo: «si mamá estuviera viva, nos aconsejaría que aceptemos lo bueno, y esto es bueno». Desde ese momento mi vida fue completamente diferente. Mi experiencia con Dios en la juventud le dio sentido y propósito a mi ser. Dios me encontró en el momento justo.
P.: ¿Por qué elegiste la UAP para formarte?
R.: Yo no conocía la universidad, deseaba estudiar y, en mi plan, estaba dirigirme a Ciudad Autónoma de Buenos Aires o la Plata, junto con mi hermana.
Sin embargo, el pastor de la iglesia a la cual asistía me hizo la propuesta de estudiar Teología en la Universidad Adventista del Plata. No tenía los recursos financieros, pero el pastor hizo toda la gestión, habló con el área de Bienestar Estudiantil y me otorgaron el Plan de becario por el cual, trabajaba un año y estudiaba el siguiente. A partir de ahí fue trabajo y estudio. Arduo, pero de gran aprendizaje.
P.: Luego de completar esta etapa que Dios deseaba que experimentaras ¿pensaste en desempeñar el cargo de capellán?
R.: La capellanía nunca estuvo en mi radar, tampoco sabía lo que era, estaba formado con la idea de que, al finalizar la Facultad de Teología, me desempeñaría como pastor de alguna iglesia o distrito. No obstante, cuando llegó la primera invitación para trabajar, se me presentaron dos opciones: un Distrito con un conjunto de iglesias o, la capellanía de una escuela; lo conversé con mi esposa y nos pusimos a orar fervientemente, y Dios, nos mostró su voluntad: el Instituto Adventista Florida, en Florida, Buenos Aires.
En mi primer año, fue toda una experiencia, como “Moisés en el desierto”, no entendía nada, no sabía dónde estaba parado, pero Dios se encargó de poner a las personas indicadas para orientarnos y aprender la tarea. Después de cuatro años ahí, aprendí a amarlo hasta hoy. Una experiencia que nos marcó para desear continuar en esta labor.
Más adelante, también recibimos la invitación para liderar un distrito en el interior de Buenos Aires, como pastor exclusivamente de iglesia, una experiencia valiosa y significativa también.
Aunque continuábamos con la nostalgia de volver a la capellanía, así que Dios nos dio otras experiencias para laborar en el área en el Instituto Adventista Balcarce (IAB), Instituto Superior Adventista de Misiones (ISAM), Colegio Adventista Caleta Olivia y, ahora, en la UAP.
P.: ¿Cuál fue tu sentir al recibir el llamado de venir a la UAP y desempeñarte como jefe coordinador de capellanes?
R.: Fue gratitud a Dios. Después de trabajar tantos años en esta labor, regresar a este lugar que amo, mi casa de estudios, aquí me formé, aquí conocí a mi esposa Krystel, fue significativo.
Contando una anécdota, antes de recibir el llamado, un día escucho una conversación de mis tres hijos, sin saber nada de que veníamos para este lugar: mi hija más grande le pregunta a mi segundo hijo: «¿cuál es tu lugar en el mundo? Y él responde: La UAP». Sentí una gran emoción, pensé que mis hijos estarían felices de recibir la noticia.
P.: ¿Cómo se llaman tus hijos y cuántos años tienen?
R.: Priscila (11), Lisandro (7) y Gianella (4).
P.: ¿Qué expectativas tenés para este año, en este lugar?
R.: Expectativas de crecimiento y de aprendizaje.
Por otro lado, mi deseo es que la juventud preciosa de la UAP pueda seguir en los caminos de Dios, siendo una inspiración y manteniendo los ideales cristianos. Conversar con ellos me llena el corazón, tienen testimonios inspiradores.
Debo confesarlo, esta es una etapa hermosa de mi vida.
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